viernes, 18 de octubre de 2013

Confitería del Molino, en la memoria y en el presente.


Hace 3 años, expresaba en un post (ver nota ACÁ) el deseo de que, alguna vez, el hermoso edificio de la Confitería Del Molino, pudiera ser recuperado para nuestra Ciudad de Buenos Aires. Parece que nuevos intentos por lograrlo podrían llegar a cumplir el deseo de todos los que amamos la ciudad y no queremos que glorias de la belleza del pasado se pierdan para siempre.

Hace unos días, un profesor de la UBA (Universidad de Buenos Aires) movilizó a alumnos y simpatizantes, paseantes ocasionales y porteños, a acercarse al emblemático edificio para pedir, una vez más, que se solucione el conflicto legal que impide su recuperación y se tome en serio de una vez por todas la tarea de recuperarlo (ver nota AQUÍ). La movilización incluía la invitación a dejar, como muestra de apoyo, una pequeña taza de café colgada en la valla que la cubre. No sé cuál habrá sido el resultado de la invitación, porque me hice presente al día siguiente, y no pude ver ninguna. De todas maneras, lo más importante es que, quienes tienen que ocuparse, lo hagan y pronto, porque el deterioro es cada vez mayor y es un verdadero despropósito que una ciudad tan rica desperdicie la oportunidad de salvar algo tan bello.


Infografía Clarín.
Quien más quien menos, todos los porteños de cierta edad y presencia en la ciudad, tenemos alguna anécdota relacionada con la confitería. La mía es muy humilde, pero a la vez me produce mucha ternura recordarla.

Con frecuencia (entre otras cosas, porque vivía en diagonal a la confitería, atravesando la Plaza, por lo tanto estaba muy cerca) compraba productos de su fina pastelería, y alguna que otra vez también me detuve a tomar un café en sus antiguas mesitas. Pero me produce más emoción recordar a Andrés, un chiquilín que había sido mi alumno de 7º grado, y venía de visita a mi casa. Siempre me traía una bandejita con las exquisitas masas del Molino. Había sido su maestra, y como pasa con los alumnos de las escuelas del Conurbano (donde trabajaba al comienzo de mi carrera docente), muchas veces los chicos son mayores para los grados que cursan, y por eso es también habitual que, en poco tiempo, estén buscando trabajo. Andrés había conseguido trabajo en la cocina del Molino, y estaba feliz con su tarea. De modo que uno de esos días en que fui a comprar cosas ricas, lo vi. Parece que guardaba un buen recuerdo de mi como su maestra, porque desde entonces pasaba por mi departamento a visitarme, y nunca faltaba su primorosa bandeja con masas..., las exquisitas masas secas del Molino.

 Así como la confitería fue abandonada y perdiendo parte de sus glorias, la historia y los recuerdos se quedaron con nosotros. La confitería tal vez vuelva a recuperar esos esplendores del pasado, pero de Andresito, sólo me quedan los recuerdos.
Ojalá la vida haya sido generosa con él, porque se lo merecía, pero de él sólo me queda el recuerdo de cuando fui su maestra y de aquellas visitas ligadas a la confitería del Molino.
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2 comentarios:

  1. Ojala la gente se diera cuenta de la importancia de estos edificios, que es lo poco que nos queda del paso de Buenos Aires.
    Tengo 25 años y me resulta muy triste ver como a la gran mayoría de las personas no les interesa y la otra no conoce, recuerdo que hace unos años abrieron para hacer una breve visita, eso me contó mi padre y yo que en ese tiempo no sabia nada sobre la Confitería, hoy en día daría lo que fuera por poder ver su interior aunque sea 5 minutos, ver esos hermosos vitrales con mis propios ojos y guardar ese momento para siempre en mi memoria.
    Seria genial que la gente se de cuenta de su importancia, pero en este Buenos Aires, es mas común destrozar, ensuciar, que rescatar y respetar.
    Es mas fácil demoler que recuperar, hacer algo nuevo, es así como piensan ahora y creo que están equivocados.
    En fin, disculpe, me emociono su recuerdo y las fotos..
    Espero tenga buen día.
    Saludos!


    Ophelia

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    Respuestas
    1. Qué bueno leerte Ophelia. Me alegra saber que haya gente joven como vos que, aún siéndolo, respete y valore con criterios estéticos aquellas huellas de lo que alguna vez fue en el pasado nuestra hermosa Buenos Aires. Es lastimoso ver cómo, la desidia y la angurria comercial se devoran sin piedad lo que fueron obras tan hermosas que hoy están abandonadas, sumándose a todas las que ya desaparecieron.
      Muchas gracias por leer mi post y por tu comentario.
      Saludos para vos.

      Greta.

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