miércoles, 27 de noviembre de 2013

Nostalgia adentro...


Hace unos años, desde la vidriera, podía verse al sacrificado asador frente a una enorme parrilla luchando con carnes, achuras y brasas para satisfacer a los ansiosos clientes, entre los cuales me encontraba, en busca de una porción de las que tan sabrosas se veían. Hoy ha cambiado: ya la parrilla no existe, como tampoco se ve que una cocina satisfaga los pedidos de los clientes: las comidas están preparadas y listas, en sus respectivas bandejas, a la espera de quien las elija. Uno puede llevárselas, o sentarse en el salón a degustarlas. Comidas sencillas, habituales entre los porteños, nada sofisticado. Pero hoy, la estrella, más que la propia comida, es el salón.

La transformación que ha ido sufriendo este bodegón pasa, más que nada, por una construcción de la nostalgia y los recuerdos que tanto sus dueños como los propios clientes, han ido realizando. Objetos, fotografías, vitrinas, paredes y mesas abigarradas de recuerdos, forman una mescolanza digna de una mirada detenida y minuciosa.

Las mesas no guardan el ecléctico estilo de la nostalgia. Así como algunas están pintadas con el famoso estilo "fileteado" (con flores o con el nombre del local) otras son vitrinas llenas de fotos de personajes famosos o no tanto, y las más originales, son pies de antiguas máquinas de coser Singer, a las que se las ha colocado la tabla que sirve de mesa.
 Sobre las paredes, alternan fotos de personajes famosos de todos los ámbitos, afiches de publicidades antiguas, dibujos y caricaturas, y sobre las mesas transformadas en vitrinas, junto a las fotos y postales, hay también cartas... Y según me contaron, son los mismos clientes quienes aportan sus propios recuerdos, y con ellos, las botellas, copas y demás elementos propios de un bodegón, está armado este collage del pasado que sirve de marco para la comida íntima y amable.
























Evita, Fangio y Perón.

Niní Marshall























Personajes de la farándula y el espectáculo, como Niní Marshall, Tato Bores y Fidel Pintos, como de la política nacional, como Evita y Perón, y el deporte, como Juan Manuel Fangio, se alternan con fotos familiares, antiguas y no tanto, con publicidades de otros tiempos, etc. Detenerse en esas paredes es recorrer un universo del pasado que puede atraparnos casi sin darnos cuenta.

Éste bodegón que yo presento se encuentra apenas a unas cuadras del Congreso, sobre la Avenida Rivadavia (al 2183), pero hay otras sucursales en Almagro, Palermo, Caballito, Villa del Parque. Ojalá todas tengan el ambiente cálido y acogedor, lleno de recuerdos como éste.
_________________________________________________________________________

viernes, 25 de octubre de 2013

San Carlos: la flor de Almagro.

 Pocas veces sentí en mí la imposición estética de un ambiente. En cambio, fueron varias las decepciones experimentadas al estar en un lugar que, habiéndome cautivado a partir de las imágenes, me dejaba con las ganas al "estar" en el lugar. Fue lo que sentí, por ejemplo, al entrar en la basílica San Vital de Ravenna: estaba tan maravillada por las imágenes de sus mosaicos (cuyo análisis iconográfico me había permitido conocerlos al detalle), que el "ambiente" de la iglesia, me dejó indiferente. En cambio, al entrar en la basílica de Saint Denis (en las afueras de París), la 1ª basílicia gótica, sentí una emoción difícil de describir. Sólo sé que atiné a respirar hondo y a dejar que la imponencia del lugar se apoderara de mí. Fueron quizá los luminosos vitrales, ocupando los paños superiores del 1º piso los que más me impactaron, porque hacia ellos dirigí, principalmente, mi mirada: una luz casi sobrenatural invadía la nave, sobrecogedora. Imposible no sentir una emoción estética en esa situación.
Nave principal, altar inferior y superior.




Una emoción similar sentí cuando entré a esta bellísima iglesia del barrio de Almagro a la cual, curiosamente, jamás había entrado. Tal  vez porque aquello que tenemos tan cerca creemos que siempre vamos a estar a tiempo de conocerlo. Lo cierto es que, esta iglesia de estilo neorrománico me pareció una de las iglesias más espectaculares de las que conocí. Como pasa con muchas iglesias en nuetro país, un estilo determinado se impone sobre el eclecticismo que nos caracteriza, sobre todo en la arquitectura civil. En la construcción religiosa es mucho más habitual encontrar un estilo tradicional determinado, por lo general gótico o románico, pero también renacentista o bizantino. En este caso, la bóveda como suceción de arcos de medio punto, la articulación en paños horizontales (hacia arriba), los paños cuatripartitos entre arco y arco, etc., le dan su toque románico reeditado. De ahí la denominación de neo-románico, ya que no se aplica en la época en la que se originó (siglos XI-XII) sino mucho después (mediados del siglo XIX), encargada al arquitecto salesiano Ernesto Vespignani quien vino de Italia para concretarla.
El uso bicolor de los mármoles, predominantemente rojo y blanco, recuerda lo que, en iglesias de otras latitudes, era utilizado para resaltar arcos, pilares y otros elementos estructurales, en lugar de disimularlos, Pero a diferencia de otros (como los de la catedral de Siena, por ejemplo, realizados en mármoles blanco y negro) el uso del color añade luminosidad al conjunto. A ello se suman, por supuesto, los azules y dorados, los vitrales y la luz que los mismos hacen penetrar a la nave desde la tribuna en el 2º piso. El espacio de la nave principal se percibe, de esta forma, como mucho más grande.
La riqueza ornamental es una de las características de esta iglesia, y se aleja bastante de la austeridad monástica de las primitivas iglesias románicas, tanto francesas como italianas, alemanas o españolas. 
Pero si la grandiosidad de la nave y las tribunas, coloridas e iluminadas no fuera suficiente, el espacio asciende por las escaleras laterales hacia la capilla superior (dedicada a la Virgen),  espacio coronado por el gran cimborrio octogonal, con paños decorados y una corona de ventanas alternadas.
Cimborrio.
La decoración es tanto absbracta como vegetal y animal, y  por supuesto, con una profusa iconografía de santos de los cuales los más importantes son María Auxiliadora, Cristo (al que está dedicado el altar a nivel de la nave principal), Don Bosco y otros santos. Una vista de la tribuna, permite apreciar
Nave lateral y galería superior.
Bóveda de cañón.
el arranque de los pilares uniendo la bóveda con la galería y la nave principal (a la izquierda).Y la imagen de la bóveda nos muestra la sucesión de arcos de medio punto que forman la estructura de la bóveda de cañón, típica de la arquitectura románica (a la derecha).
 



Los vitrales, las lámparas y hasta los pisos, forman parte de un todo que enriquece al conjunto haciéndolo bello hacia cualquier lugar que la mirada se dirija. Y la joya del templo es, con toda intención, el altar superior dedicado a la Virgen:
Capilla superior dedicada a María Auxiliadora.
Al margen de las creencias de cada uno, y de las razones por las cuales alguien se acerca a un templo, es innegable que la intención de quienes la realizaron ha sido transformarlo en algo realmente bello. Como pasa tantas veces (el caso de la Última cena de Leonardo da Vinci, es otro ejemplo), en estos casos se pone en cuestión qué función es la que predomina: si la referida a la de convocar a la oración o la fe, o la de conmover los sentidos y la emoción a través del arte. Está claro (al menos para mí) que los dos primeros pueden ejercerse sin necesidad de un lugar específico. En cambio, la emoción que produce la belleza de un lugar, solamente puede disfrutarse estando EN el lugar. 
Por eso los invito a que la visiten, porque será una experiencia que nada podrá reemplazarla. 

La iglesia se encuentra abierta a visitas todos los días hasta las 12 a. m. y se ubica en la calle Hipólito Yrigoyen esquina Quintino Bocayuva, Ciudad de Buenos Aires.
_________________________________________________________________

lunes, 21 de octubre de 2013

De tienda a palacio: el Palacio San Miguel.

Palacio San Miguel.
Era una tienda de telas, y hacia mediados del siglo XIX tomó su nombre de la iglesia que estaba justo enfrente, llamada, justamente, San Miguel Arcángel, ubicada en la esquina de las calles Bartolomé Mitre y Suipacha, en pleno Centro de Buenos Aires.
Leemos en la página Arcón de Buenos Aires (leer historia completa):

"Conserva mucho de la fisonomía de la urbe como era a fines del siglo pasado. En la esquina sudoeste, la antigua Tienda San Miguel continúa, por suerte, ostentando su airosa mole y la elegancia de su ornamentación. Estratégicamente ubicado en el centro de la ciudad, a un paso de la City bancaria y financiera, y de las grandes avenidas, a corta distancia de Plaza de Mayo, el edificio de la Tienda San Miguel vegetaba desde su cierre en 1976, en un semiolvido esporádicamente quebrado por la irrupción de un pequeño teatro (llamado precisamente La Tienda), donde cantó Susana Rinaldi, o la filmación de películas: "El exilio de Gardel", simulando que se estaba en París (Fernando Solanas, 1985), "Sinfín" de Christian Pauls (1986). La incuria y hasta la amenaza de demolición, lo destinaban a la ruina".
 "Pero la firma propietaria del lugar, Ianua S.A. , resolvió, en gesto poco habitual y, por eso mismo doblemente meritorio, recuperar la construcción para la ciudad, para el disfrute de sus habitantes, preservando el exterior y restituyéndolo a nuevo, y adaptando el interior, con cuidado extremo de no modificar su esencia, a nuevos usos". (Ver nota sobre actualidad y ubicación ACÁ).
Entre las antigüedades restauradas y preservadas está el vitral identificatorio de San Miguel Arcángel (ver foto). Según nos cuenta la página oficial (ver acá), el Palacio está destinado a eventos empresarios, sociales, exposiciones y congresos. Algunos de los salones utilizados según el evento son:
Renoir
Pueyrredón.
Cézanne
Monet



                              
Aquí dejo un video muy completo que cuenta la historia de la antigua tienda (ahora palacio) San Miguel, en el contexto de la Ciudad, para que podamos conocer un poco más de lo que fue y continúa siendo lo bello de nuestra ciudad.
__________________________________________________________________

viernes, 18 de octubre de 2013

Confitería del Molino, en la memoria y en el presente.


Hace 3 años, expresaba en un post (ver nota ACÁ) el deseo de que, alguna vez, el hermoso edificio de la Confitería Del Molino, pudiera ser recuperado para nuestra Ciudad de Buenos Aires. Parece que nuevos intentos por lograrlo podrían llegar a cumplir el deseo de todos los que amamos la ciudad y no queremos que glorias de la belleza del pasado se pierdan para siempre.

Hace unos días, un profesor de la UBA (Universidad de Buenos Aires) movilizó a alumnos y simpatizantes, paseantes ocasionales y porteños, a acercarse al emblemático edificio para pedir, una vez más, que se solucione el conflicto legal que impide su recuperación y se tome en serio de una vez por todas la tarea de recuperarlo (ver nota AQUÍ). La movilización incluía la invitación a dejar, como muestra de apoyo, una pequeña taza de café colgada en la valla que la cubre. No sé cuál habrá sido el resultado de la invitación, porque me hice presente al día siguiente, y no pude ver ninguna. De todas maneras, lo más importante es que, quienes tienen que ocuparse, lo hagan y pronto, porque el deterioro es cada vez mayor y es un verdadero despropósito que una ciudad tan rica desperdicie la oportunidad de salvar algo tan bello.


Infografía Clarín.
Quien más quien menos, todos los porteños de cierta edad y presencia en la ciudad, tenemos alguna anécdota relacionada con la confitería. La mía es muy humilde, pero a la vez me produce mucha ternura recordarla.

Con frecuencia (entre otras cosas, porque vivía en diagonal a la confitería, atravesando la Plaza, por lo tanto estaba muy cerca) compraba productos de su fina pastelería, y alguna que otra vez también me detuve a tomar un café en sus antiguas mesitas. Pero me produce más emoción recordar a Andrés, un chiquilín que había sido mi alumno de 7º grado, y venía de visita a mi casa. Siempre me traía una bandejita con las exquisitas masas del Molino. Había sido su maestra, y como pasa con los alumnos de las escuelas del Conurbano (donde trabajaba al comienzo de mi carrera docente), muchas veces los chicos son mayores para los grados que cursan, y por eso es también habitual que, en poco tiempo, estén buscando trabajo. Andrés había conseguido trabajo en la cocina del Molino, y estaba feliz con su tarea. De modo que uno de esos días en que fui a comprar cosas ricas, lo vi. Parece que guardaba un buen recuerdo de mi como su maestra, porque desde entonces pasaba por mi departamento a visitarme, y nunca faltaba su primorosa bandeja con masas..., las exquisitas masas secas del Molino.

 Así como la confitería fue abandonada y perdiendo parte de sus glorias, la historia y los recuerdos se quedaron con nosotros. La confitería tal vez vuelva a recuperar esos esplendores del pasado, pero de Andresito, sólo me quedan los recuerdos.
Ojalá la vida haya sido generosa con él, porque se lo merecía, pero de él sólo me queda el recuerdo de cuando fui su maestra y de aquellas visitas ligadas a la confitería del Molino.
______________________________________________________
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...