viernes, 25 de octubre de 2013

San Carlos: la flor de Almagro.

 Pocas veces sentí en mí la imposición estética de un ambiente. En cambio, fueron varias las decepciones experimentadas al estar en un lugar que, habiéndome cautivado a partir de las imágenes, me dejaba con las ganas al "estar" en el lugar. Fue lo que sentí, por ejemplo, al entrar en la basílica San Vital de Ravenna: estaba tan maravillada por las imágenes de sus mosaicos (cuyo análisis iconográfico me había permitido conocerlos al detalle), que el "ambiente" de la iglesia, me dejó indiferente. En cambio, al entrar en la basílica de Saint Denis (en las afueras de París), la 1ª basílicia gótica, sentí una emoción difícil de describir. Sólo sé que atiné a respirar hondo y a dejar que la imponencia del lugar se apoderara de mí. Fueron quizá los luminosos vitrales, ocupando los paños superiores del 1º piso los que más me impactaron, porque hacia ellos dirigí, principalmente, mi mirada: una luz casi sobrenatural invadía la nave, sobrecogedora. Imposible no sentir una emoción estética en esa situación.
Nave principal, altar inferior y superior.




Una emoción similar sentí cuando entré a esta bellísima iglesia del barrio de Almagro a la cual, curiosamente, jamás había entrado. Tal  vez porque aquello que tenemos tan cerca creemos que siempre vamos a estar a tiempo de conocerlo. Lo cierto es que, esta iglesia de estilo neorrománico me pareció una de las iglesias más espectaculares de las que conocí. Como pasa con muchas iglesias en nuetro país, un estilo determinado se impone sobre el eclecticismo que nos caracteriza, sobre todo en la arquitectura civil. En la construcción religiosa es mucho más habitual encontrar un estilo tradicional determinado, por lo general gótico o románico, pero también renacentista o bizantino. En este caso, la bóveda como suceción de arcos de medio punto, la articulación en paños horizontales (hacia arriba), los paños cuatripartitos entre arco y arco, etc., le dan su toque románico reeditado. De ahí la denominación de neo-románico, ya que no se aplica en la época en la que se originó (siglos XI-XII) sino mucho después (mediados del siglo XIX), encargada al arquitecto salesiano Ernesto Vespignani quien vino de Italia para concretarla.
El uso bicolor de los mármoles, predominantemente rojo y blanco, recuerda lo que, en iglesias de otras latitudes, era utilizado para resaltar arcos, pilares y otros elementos estructurales, en lugar de disimularlos, Pero a diferencia de otros (como los de la catedral de Siena, por ejemplo, realizados en mármoles blanco y negro) el uso del color añade luminosidad al conjunto. A ello se suman, por supuesto, los azules y dorados, los vitrales y la luz que los mismos hacen penetrar a la nave desde la tribuna en el 2º piso. El espacio de la nave principal se percibe, de esta forma, como mucho más grande.
La riqueza ornamental es una de las características de esta iglesia, y se aleja bastante de la austeridad monástica de las primitivas iglesias románicas, tanto francesas como italianas, alemanas o españolas. 
Pero si la grandiosidad de la nave y las tribunas, coloridas e iluminadas no fuera suficiente, el espacio asciende por las escaleras laterales hacia la capilla superior (dedicada a la Virgen),  espacio coronado por el gran cimborrio octogonal, con paños decorados y una corona de ventanas alternadas.
Cimborrio.
La decoración es tanto absbracta como vegetal y animal, y  por supuesto, con una profusa iconografía de santos de los cuales los más importantes son María Auxiliadora, Cristo (al que está dedicado el altar a nivel de la nave principal), Don Bosco y otros santos. Una vista de la tribuna, permite apreciar
Nave lateral y galería superior.
Bóveda de cañón.
el arranque de los pilares uniendo la bóveda con la galería y la nave principal (a la izquierda).Y la imagen de la bóveda nos muestra la sucesión de arcos de medio punto que forman la estructura de la bóveda de cañón, típica de la arquitectura románica (a la derecha).
 



Los vitrales, las lámparas y hasta los pisos, forman parte de un todo que enriquece al conjunto haciéndolo bello hacia cualquier lugar que la mirada se dirija. Y la joya del templo es, con toda intención, el altar superior dedicado a la Virgen:
Capilla superior dedicada a María Auxiliadora.
Al margen de las creencias de cada uno, y de las razones por las cuales alguien se acerca a un templo, es innegable que la intención de quienes la realizaron ha sido transformarlo en algo realmente bello. Como pasa tantas veces (el caso de la Última cena de Leonardo da Vinci, es otro ejemplo), en estos casos se pone en cuestión qué función es la que predomina: si la referida a la de convocar a la oración o la fe, o la de conmover los sentidos y la emoción a través del arte. Está claro (al menos para mí) que los dos primeros pueden ejercerse sin necesidad de un lugar específico. En cambio, la emoción que produce la belleza de un lugar, solamente puede disfrutarse estando EN el lugar. 
Por eso los invito a que la visiten, porque será una experiencia que nada podrá reemplazarla. 

La iglesia se encuentra abierta a visitas todos los días hasta las 12 a. m. y se ubica en la calle Hipólito Yrigoyen esquina Quintino Bocayuva, Ciudad de Buenos Aires.
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